Ubicación, ubicación y ubicación. El mantra del sector inmobiliario queda relegado por la inteligencia del edificio y oficinas.
Edificios que producen su propia energía u oficinas en las que sus usuarios pueden controlar de forma eficiente la luz o temperatura de su entorno de trabajo. La conectividad y el Internet de las cosas permite explorar nuevos caminos para el sector inmobiliario. Si bien uno de los principales valores del sector inmobiliario siempre han sido las localizaciones, en un futuro inmediato, la inteligencia del edificio y, sobre todo, cómo se use esta para mejorar sus relaciones con la clientela y reforzar la participación y vínculo con los arrendatarios, pasará a cobrar cada vez más valor.
Un edificio inteligente permite controlar de forma remota o presencial, diferentes necesidades de seguridad, eficiencia, confort y mantenimiento. Al aplicar nuevas tecnologías de la información y sistemas de automatización conectados, los nuevos proyectos constructivos pueden incluir no sólo prestaciones de entretenimiento y ocio, también formación, monitorización sanitaria, domotización y, por supuesto, gestión energética eficiente y apoyo en el teletrabajo.
La tendencia de los edificios inteligentes es valorada por propietarios e inversores a la vez que por los propios consumidores. Según datos del estudio publicado por la compañía especializada en certificación de smart buildings WiredScore, el 80% de los empleados ratifican la importancia de trabajar en oficinas con tecnología avanzada. Además, después de un año con poca interacción social entre compañeros, el 33% de los encuestados por el estudio, aseguraron que les motiva el espíritu de comunidad que crea un edificio conectado, gracias a todos los servicios que puede ofrecer. Por supuesto, la sostenibilidad y eficiencia del edificio también es un factor a tener en cuenta. Así, el 63% de los panelistas dijeron que trabajar en un edificio sostenible es muy importante para ellos, con un 18% alegando que no trabajarían en unas oficinas que no fueran responsables con el medio ambiente.
¿Qué tiene que tener un edificio inteligente?
Conseguir que un edificio sea considerado un smart building pasa por cumplir una serie de requisitos. Aunque la a filosofía detrás de la concepción de un edificio inteligente tiene que ser “poner al usuario primero”, detectar qué quiere y qué necesita para facilitar su vida y fomentar su productividad. Para ello, es preciso contar con la tecnología más potente y novedosa y así garantizar una excelente experiencia de usuario. Hay que considerar como usuario a cualquier persona que saque algún beneficio del espacio. No solamente las personas que trabajan de una oficina, también visitantes, gestores del edificio, operadores, propietarios e inversores.
Un edificio inteligente tendrá que aportar por lo menos, estos cuatro beneficios:
- Aportar una experiencia inspiradora, atractiva y agradable, con servicios flexibles y personalizados.
- La sostenibilidad debe formar parte de la definición de un edificio inteligente, por lo que reducir la huella de carbono utilizando la tecnología necesaria para conseguir su eficiencia energética es otro básico.
- Al optimizar el rendimiento del inmueble se obtendrá la eficiencia de costes necesaria para certificar un edificio como inteligente.
- Un edificio inteligente debe ser capaz de adaptarse al futuro que está por venir, es decir, a las nuevas demandas de los consumidores.
Y tú, ¿Qué es lo que más valoras a la hora de elegir una oficina? Te leemos en comentarios.
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