Muchas empresas han vuelto a la oficina, pero el trabajo en remoto se mantiene. ¿Qué pasará cuando suba la factura energética? ¿Nos seguiremos quedando en casa?
Si ponemos en una balanza los pros y los contras del teletrabajo, seguramente la comodidad y el ahorro de tiempo en desplazamientos de esta última modalidad de trabajo, serían factores de bastante peso a tener en cuenta.
La situación ha cambiado. La subida constante de los precios, sumado a la subvención del transporte público, han hecho que más de una persona vuelva a trabajar a la oficina.
En algunos casos, las empresas se hacen cargo de los costes que supone el teletrabajo: aumento de consumo de la electricidad en casa, equipamiento informático necesario… pero, ¿qué pasa en los casos que no es así?
Con la llegada del otoño bajan las temperaturas. Al consumo de electricidad del ordenador y demás equipamientos, hay que sumarle el uso de la calefacción en casa con la correspondiente subida de la factura doméstica. Si echamos cuentas, igual compensa volver a la oficina.
No olvidemos que, en muchas ciudades, el transporte público está subvencionado hasta final de año. El coche privado es cada vez más prescindible y aunque no ahorremos tiempo, sí dinero.
En un contexto de inflación, no solo miramos la comodidad, también tenemos que fijarnos en lo que es mejor para nuestros bolsillos. Si pudieses elegir entre trabajar en casa o en la oficina, ¿por qué opción te decantarías?
Aun con el retorno a la oficina, no tenemos que olvidar que ésta tiene que ser un espacio de trabajo al que merezca la pena desplazarse, tiene que ganarse el viaje de cada mañana.
La tendencia apunta a espacios de conexión y colaboración, de transmisión de los valores y la cultura de la empresa, así como de elemento de atracción y retención del talento.