Ha pasado justo un mes desde que las calles se quedaron vacías: ni gente, ni comercio, ni vida. Con las persianas de los locales comerciales bajadas sine díe, no podemos dejar de preguntarnos e imaginar qué escenario nos encontraremos cuando todo esto «termine». ¿Cómo afectará la crisis del COVID 19 en lo que se refiere a los locales comerciales?
La consecuencia más importante de la presente crisis es la brutal caída de la actividad en casi toda la economía productiva. Esta caída de la actividad ha provocado ya el cierre de decenas de miles de negocios, muchos de ellos asentados en locales comerciales que se quedarán vacíos. Los primeros datos disponibles hablan del cierre de más de 100.000 empresas durante el mes de marzo que posiblemente se duplicarán en los próximos meses (en la anterior crisis de 2008 se cerraron unos 45.000 locales comerciales).
Otra de las consecuencias más graves para nuestra economía es el cierre de las fronteras y la consiguiente desaparición de turistas extranjeros para los próximos meses.
Por otro lado, la necesidad de establecer un mayor distanciamiento social obligará a la reducción de la densidad de uso de los locales, estableciéndose unos nuevos aforos mucho más reducidos hasta que la pandemia se haya convertido en una enfermedad común. Además el mayor distanciamiento social afectará también mucho a los tráficos que se verán reducidos (por el miedo y la menor renta disponible) y a la fecha de reapertura y de explotación a plena capacidad de las «locomotoras» comerciales.
Finalmente, es muy probable que esta crisis acelere cambios en hábitos de consumo que ya eran una tendencia en los últimos años: generalización del e-commerce, incremento del consumo responsable/sostenible y local (que se percibirá como más seguro), mayor preocupación por la higiene/salud, aplicación masiva del teletrabajo.
La crisis provocará una fuerte caída de los niveles de tráfico total de forma directa o como consecuencia del cierre de las locomotoras comerciales. Esto incrementará sin duda las diferencias entre las ubicaciones «prime» (más capaces de generar tráfico) y las secundarias, entre centros comerciales abiertos y cerrados (que serán más penalizados) o entre locales a pie de calle y centros comerciales (cuyo limitación de aforos es mucho más sencilla de implantar). Por ello las caídas de tráfico, presionarán a la baja los precios de alquiler, pero no de forma homogénea ni en su intensidad ni en el tiempo: algunos centros comerciales ya cuentan con cláusulas de renta variable indexadas al tráfico generado, por lo que sus revisiones de precios serán más rápidas que lo que sucederá en los locales a pie de calle que no disponen de ese tipo de datos.